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Ignatius nació en una granja en las afueras de Florín. Sus principales pasatiempos eran comer panceta y atormentar al muchacho que vivía con él: "Puto inquilino, abrillanta mi silla de montar. Quiero ver mi rostro reflejado en ella."

miércoles, enero 02, 2008

Con dos cojones

El estado semivacacional que produce un puente largo (recordad que en el gremio de los maestros las vacaciones se miden en meses, por lo que, con toda propiedad, se puede decir que los paupérrimos diecisiete días que nos dan en las navidades suponen un escueto puente largo) induce un ánimo reflexivo, que, con el puto inquilino en la lejanía, puede llevar al hallazgo de distintas noticias que pueden animar un día tonto. Por si lo tenéis, os dejo unas perlas que pueden alegrar vuestras vidas, mejorar vuestro humor, aumentar vuestra sabiduría y alimentar vuestros sueños.

Empezamos con el descubrimiento de un grande de España: Leoncio Calle Pila, vecino de la ilustre villa de Santoña y miembro de una especie en vías de extinción: el concejal de Falange. Un prohombre que ante la perspectiva de privar a su bienamada ciudad del homenaje a uno de sus más notables ciudadanos, ofrece su vida y su servicio, con dos cojones.

Pero esta no es la única acción del inefable Leoncio. Hace ya algunos años, propuso a los miembros de la Benemérita el uso de armas de fuego para repeler agresiones, para encarcelar a los agresores en los calabozos, donde, tranquilamente, les podrían dar por culo. Así mismo, propone una medida para acabar con la lacra de las drogas en nuestra sociedad. No os la perdáis.

Dejamos atrás al ilustre Leoncio y sus simpáticas propuestas y vamos con otro gran español, obviamente cojonado. No diré sus apellidos, porque los ignoro. Este forjador de País, dedica su vida a la sana y necesaria labor de la educación. Durante años, ha llevado adelante dos colegios madrileños, a pesar de los sinsabores y la ingratitud con la que se ha encontrado muchas veces. Como muestra, esta noticia fechada en 1979 nada menos. ¡Peste de padres!

Pero no todo son noticias sombrías, amigos. La paciencia tiene su recompensa. Once años de espera, pero todo llega: por fin podemos ir a por Buttercup.

Feliz año, por cierto.

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