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Ignatius nació en una granja en las afueras de Florín. Sus principales pasatiempos eran comer panceta y atormentar al muchacho que vivía con él: "Puto inquilino, abrillanta mi silla de montar. Quiero ver mi rostro reflejado en ella."

sábado, marzo 31, 2007

Despedida

Ayer por la mañana me desperté con la habitual sensación de desorientación con la que suelo comenzar las vacaciones. Aunque de nuevo impuesto, reconozco que este periodo vacacional me viene estupendamente, después del intenso viaje de "fin de curso", que concluyó el martes pasado y del que espero escribiros en breve (no prometo nada, que luego pasa lo que pasa).

Estaba yo dando vueltas en la cama, sin tener demasiado claro cómo empezar esta semana de descanso: escribir un post... no, qué pereza; leer un rato... como que no me apetece demasiado; ver algo en la tele... casi mejor que luego; tocar la guitarra... joder, debe estar demasiado desafinada; putear a el puto inquilino... ESA ES LA RESPUESTA.

La verdad es que es un pasatiempo estupendo. Era demasiado tarde para putearle en directo, ya que se había pirado a trabajar, así que decidí fastidiarle un poco el ordenador: borrar algún fichero, "retocar" su proyecto de fin de carrera, cancelar las pelis que se estaba bajando de la mula, consultar páginas de pornografía infantil... en fin, esas pequeñas cosas que te hacen empezar las vacaciones con una sonrisa.

Me puse a cotillear sus adquisiciones piratas y me llamó la atención una nueva carpeta: "Despedidas de soltera". Aunque me duela, debo reconocer que, en contadísimas ocasiones, el puto inquilino tiene momentos de inspiración. Empecé a visionar los cutre videos con un gesto de triunfo. Había encontrado un nuevo punto flaco en mi querido compañero de piso: hay que estar enfermo para disfrutar con esas cutrefacciones.

Al cabo de media hora, estaba entregado a la nueva causa: el cabrón de el puto inquilino me había abierto las puertas a un desconocido, sorprendente y espectacular género porno.

Desde entonces, apenas he salido de casa. Me pasé todo el día visionando la extensa colección de despedidas de el puto inquilino. Por la noche pasé un rato por el Tuxcla. Había un cumpleaños. Me extrañó muchísimo que las chicas no estuvieran chupando las pollas a sus acompañantes masculinos. Qué pérdida de tiempo...

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