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Ignatius nació en una granja en las afueras de Florín. Sus principales pasatiempos eran comer panceta y atormentar al muchacho que vivía con él: "Puto inquilino, abrillanta mi silla de montar. Quiero ver mi rostro reflejado en ella."

lunes, abril 09, 2007

Bromeando por Italia

Una de las más sanas costumbres de mi Cole, a la hora de realizar el viaje de fin de curso, es la de tomar el pelo a los alumnos de una manera lo más clara y manifiesta posible.

Recuerdo el año pasado, en Jesolo, habitación 308 del hotel, dos profesores y un guía, armados con una botella de grappa, empiezan a maquinar la broma de ese año. Los vapores del terrible licor de patata empiezan a hacer efecto. Al día siguiente cruzamos los Apeninos en pos de la bella Florencia, la ciudad de los Medicis. ¿Y quién no recuerda la sobrecogedora historia de Marco y su querido mono Amedio?

Esa noche tocaba discoteca, así que nuestros protagonistas empiezan a dar forma al asunto, respaldados por sendos Jotasbecola: La cordillera de los Apeninos es el único lugar de Europa, junto al Peñón de Gibraltar, donde viven monos en libertad. Los simios italianos son ciertamente peculiares: pequeños, de ojos saltones y albinos. Se trata de los monos medi, que, obviamente dieron nombre a la más ilustre familia de la Toscana. Es más, seguro que todos conocéis la estremecedora historia de Marco en busca de su esquiva madre. Esta historia está basada en hechos reales. Como toque pintoresco se decidió adornar la leyenda con un personaje característico de la región de los Apeninos: Amedio, el mono medi. Seguro que habéis visto en Padua algunas camisetas adornadas con los dibujos de estos alegres chimpancés. No os preocupéis, también las podréis encontrar en Firenze. Pero, lo realmente interesante es observarlos en su medio natural. Si estáis atentos, es posible que los podáis ver saltando entre los árboles de los bosques que cubren los Apeninos.

Pero el alcohol, tan inspirador la noche anterior, nos traicionó el día de la ejecución de la broma. El guía estuvo estelar. No es fácil soltar la parrafada anterior a 41 adolescentes con el gesto firme, la voz segura, el verbo fluido y la actitud impertérrita. Y mucho menos cuando tus dos cómplices se están despollando según vas hablando desde el micrófono del bus. El caso es que, como ya he escrito, el día anterior estuvimos en la discoteca y nuestros adolescentes estaban fundidos. A pesar del espectacular despliegue del guía, no conseguimos el objetivo al cien por cien. Alguno intentó mantener los ojos abiertos, pero los monos medi no consiguieron mantenerles despiertos. Eso sí, al menos les tuvimos buscando las camisetas durante los siguientes días.

Este año, como siempre, los chicos (bueno, a partir de ahora transgrediré las normas del castellano y utilizaré el femenino como plural de un grupo bisexualizado, ya que el porcentaje chicas era mucho mayor que el de chicos (27-8))... decía, las chicas estaban sobre aviso. El empeño en no caer en la broma fue tan espectacular que no se creyeron el noventa por ciento de las cosas que les dijo el guía, que, casualmente, eran todas ciertas. La plaza Nabonna jamás se utilizó para simular batallas naúticas, Benedicto XVI no adorna uno de los frescos de San Pablo Extramuros, en Siena no se tomó la decisión de construir una nueva catedral que jamás sería terminada, en Venecia no hay canales...

El colmo del ridículo llegó en Roma, al viajar en metro hacia el lugar donde nos recogería nuestro bus particular. Involuntariamente, me retrasé con el noventa por ciento del grupo. Dejamos atrás las taquillas y nos encontramos con cuatro posibles salidas. Mis conocimientos del metro romano, debo confesar, son entre escasos y nulos. Es decir, no tenía ni puta idea de cual elegir. Acudí a los clásicos y opté por la del fondo a la derecha. Otro clásico (Murphy) se encargó de que mi decisión fuese errónea. Así, me vi rodeado por sesenta ojos que me miraban exigentes, mientras una oleada de preguntas muy similares a: "¿dónde está el autobús?" me asaltó, mientras yo, angustiado, estudiaba el desconocido paisaje con la secreta y, para qué negarlo, vana esperanza de vislumbrar el vehículo, al guía o a mi compañero.

No sabía qué responder, cuando una muchacha vino en mi ayuda: "Esta es la broma". Veintinueve cabezas asintieron al unísono. Yo puse cara de poker, lo que potenció la sensación general de que nos habían pillado. Mi compañero, de apellido Agudo, llevaba una cámara de vídeo. Las chavalas decidieron que no sólo era esa la broma, sino que, además, la estábamos grabando. Como gallinas descabezadas, empezaron a girar y a hacer aspavientos al grito de Agudo, Agudo, para regocijo de los sorprendidos viandantes romanos. A pesar de la leve desazón que sentía, no pude evitar descojonarme. Ellas no me hicieron caso, hasta que una dijo: "¿No es ese el autobús?". El baile se detuvo. El autobús estaba a unos quinientos metros de nosotros. A su lado, mi compañero nos miraba estupefacto. Desgraciadamente no tenía la cámara en funcionamiento.

Al final, y a pesar de sus esfuerzos, conseguimos tomarles el pelo. Es cierto que nos lo pusieron tan difícil, que tuvimos que gastarles una broma con carácter retroactivo. Me explico. Las dos últimas noches del viaje fueron celebradas especialmente, ya que visitamos la cutre discoteca (leer futuros posts (creo que hablaré del asunto)). En Italia está prohibido fumar en todos los locales comerciales, así que les pusieron un sello en la mano, para poder entrar y salir de la disco sin problemas. La tinta resultó ser cuasi-indeleble. Ya en Milán, a un par de horas del vuelo de regreso, se me ocurrió comprar en una papelería tinta para sello. En el autobús, Manolo (mi compañero) leyó unas inventadas instrucciones para eliminar la tinta de la piel (lavare con petra pomezzi, aqua e molta pazenzia). Curiosamente, ninguno puso en duda la veracidad de lo que les contábamos. Es más, empezaron a explicarse el porqué los alumnos de los otros colegios llevaban o no el sello del día anterior, por qué no habían podido eliminar la tinta como la de otras discotecas y otra serie de interrogantes que, previamente, no se habían planteado. Aparentemente, ahora lo entendían todo. Tierna juventud...

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

tierna? ...mmmh

2:24 p. m.  
Blogger Ignatius said...

...juventud... No pienso seguir por esa línea, malperson...

11:45 p. m.  

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