El sentimiento absurdo
Hay que ver cómo son las cosas. Aquí estoy otra vez, en mi querida casa blanca, rodeado por sus familiares paredes, suelo y techo (incluso puerta y ventana) y, sin embargo, me siento de lo más extraño.
Será cosa de las vacaciones. Ya el domingo me sentía raro en el rápidamente asimilado Viveiro. Durante un par de semanas lo había hecho mi nuevo hogar y el domingo paseaba por sus calles con esa peculiar sensación de pérdida y añoranza con que se concluyen una buenas vacaciones.
La sensación es bastante absurda: me acuerdo de mi primer paseo por esta placiña, del primer día que observé aquella iglesia, de la primera vez que entré en ese todoacien, de la primera meada en este mingitorio... cada recuerdo va acompañado de un ineludible suspiro. Ves a la gente pasear por TU reducto y les miras con aversión, sabiendo que van a ir a la misma terracita, se van a sentar en la misma silla, van a beber del mismo vaso y van a comer del mismo plato: esos objetos y lugares que han sido tuyos durante tanto tiempo... Y aquí llega el absurdo: quince días atrás apenas eras capaz de situar Viveiro en el mapa y todo lo que conocías de él eran las fotos que habías visto en intrenet.
Es cierto que quince días puede ser mucho tiempo para, dejadme pensar, la vida de una polilla, un orgasmo múltiple, el fichaje de Diarra o el reposo de un arroz con o sin bogavante, pero me parece un poco poco para que te creas el dueño de un sitio y veas a cualquier otro ser humano como un cerdo e irrespetuoso mancillador del lugar que amas.
Pero no lo puedes evitar: te despides del Kiev, adorado bar de copas, y ves a un montón de turistas, emborrachándose y con el radar puesto, a ver si detectan a alguna lugareña. ¡Cómo se puede ser tan frívolo! ¿Acaso no se dan cuenta del templo en que se hallan? No, desengañate, esos no son como tú. Con el tiempo (tres noches aproximadamente) podrían llegar a entenderlo, pero ahora...
Ves a esos domingueros de barbacoa, comprando churrascos en el Haley y haciendo bromas sobre el nombre de tan ilustre hipermercado. No puedes evitar preguntarte de dónde salen (de Madrid) y cómo pueden acumular tanta ignorancia y prepotencia (y gastar la misma broma que tú, el primer día que viste el Haley (con mucho menos respeto y sentimiento, conste)).
Tu querida playa, tomada y violada por grupúsculos de turistas, con sus cremas protectoras, sus sombreros, sus palas y sus pelotitas.
En fin, podría seguir, pero imagino que os hacéis una idea.
Me declaro oficialmente vuelto y os informo de que, con este post, inauguro una breve serie de entradas sobre mis vacaciones.
Besos para todos.
6 Comments:
Os habréis traído el Calgonit ¿no?
nos lo comimos (no veas la de cal que tienen los bueyes alemanes)
Las palas de los turistas son de pelotari tambien o se puede jugar bien con ellas?
Es para ver si les odio un poco mas....
Heme acá arrepanchingao en el fofá delante de tu blog dispuesto a disfrutar de las desgracias ajenas (porque si lo has pasado bien no tiene gracia). Saludete.
buenas manolotel. Pues ha habido de todo. Si quieres desgracias, saltate el post de la comida (ese va dar mucha envidia (me temo)).
las palas, elpep, son de fibra de carbono y pesan dos miligramos (entre las dos) (Y CASINOS Y FURCIAS!!!)
Publicar un comentario
<< Home