Mismas reglas

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Ignatius nació en una granja en las afueras de Florín. Sus principales pasatiempos eran comer panceta y atormentar al muchacho que vivía con él: "Puto inquilino, abrillanta mi silla de montar. Quiero ver mi rostro reflejado en ella."

lunes, enero 29, 2007

Año sexual

Sé que es tarde para las reflexiones y los propósitos de año nuevo. Mucho más para lo acaecido el año anterior. Pero la redacción del presente post me ha llevado más tiempo del previsto, por razones que se irán viendo claras a medida que discurra su lectura.

Empecé este resumen con el espíritu de Nick Hornby en Alta fidelidad. Decidí hacer dos listas: los mejores polvos de 2006 y los peores polvos de 2006. El primer dilema se me presentó a la hora del número de entradas que debería tener cada lista. Siguiendo la senda que propone el escritor venido a menos, cinco sería el número perfecto para ambas relaciones. Sin embargo, a tenor de las cada vez menos numerosas quejas que recibo por la inadecuada extensión de mis posts, pensé que cinco + cinco = diez eran demasiados polvos, si pretendía comentarlos mínimamente. Tras un par de semanas de reflexión, decidí que tres iba a ser mi cifra mágica.

El segundo dilema consistía en la selección del listado que empezaría el post: ¿mejores o peores polvos? Cinco días más tarde, me decanté por empezar por los peores, para acabar con lo mejor. Un par de días de profundas reflexiones y de agotadores ejercicios de memoria me sirvieron para confeccionar un directorio preliminar bastante objetivo y veraz. Tan sólo necesité veinticuatro horas para realizar el segundo listado, ya que el ejercicio memorístico estaba ya hecho.

Estaba, pues, preparado para iniciar el post. Me senté delante de la pantalla en blanco y me dispuse a ejecutar la tarea, sintiendo el momento de excitación que preludia el comienzo de cualquiera de mis entradas. Segundos antes de empezar, eché un pequeño vistazo a las listas. La excitación desapareció al comprobar el parecido de ambas opciones. Mentiría si escribiera que las dos eran exactamente iguales, pero sus semejanzas eran asombrosas, por no decir tremebundas. Grosso modo, los polvos eran los mismos en los dos listados. La única diferencia era el orden en el que se circunscribían en cada uno.

No voy a escribir la moraleja, por si a alguno se le ha escapado... TRES POLVOS EN UN AÑO... Pero los Montoya no aceptamos la derrota con facilidad. El sexo no implica sólo la penetración, existen los preliminares, los sesentaynueves, las caricias, los besos... Tras un par de segundos, decidí cambiar el enfoque inicial: la masturbación, una vez más, vino en mi rescate.

Las dificultades que proponía el nuevo reto no eran pocas. Uno tiende a recordar las veces que folla (sobre todo si han sido tres), no ocurre lo mismo con las pajas, para bien y para mal. Desde este punto de vista, no hay gayola mala, así que opté por realizar una lista única con la crem de la crem.

Pero, insisto, las pajas no dejan su huella en nuestra memoria a largo plazo (al menos en la mía), por muy memorables que hayan sido. Pero hay un recurso infalible. Podía equivocarme en cuales habían sido las cinco (sí, había vuelto al espíritu Hornby) mejores pajas del año, pero no sucedería igual con la lista de las cinco mejores musas para las mismas.

La confección de la lista no fue fácil, pero, sin duda, supuso una tarea más que grata. Y aquí llega el último problema. Publicar una lista de polvos me parece normal, pero la masturbación es demasiado íntima (más allá de los celos que pudieren suscitar o los problemas legales que pudieren acarrear...)

lunes, enero 08, 2007

Por acabar con el tema



advenedizos...

domingo, enero 07, 2007

Año deportivo

Un año en el que España se proclama campeona mundial de baloncesto y en el que somos (aunque sólo sea virtualmente) ganadores del Tour de Francia debería catalogarse como año excepcional en el ámbito deportivo. Máxime cuando una de estas victorias me sirvió para meterme con unos cuantos agoreros de mierda.

Pero no es oro todo lo que reluce. Sé que pensáis en el mundial de fútbol o que pensáis que pienso en la desastrosa temporada del Madrid. Pero no es eso.

Un año en el que se retira Zidane del fútbol (aunque sea por la puerta grande y con la cabeza bien baja) es obligatoriamente un año triste.

Un año en el que el gilipollas del Alonso gana otro mundial (luchando contra sus mecánicos, directores y entrenadores; corriendo con un motor de dos caballos, con ruedas triangulares, sin gasolina y sin dirección asistida; con todos los corredores del mundial intentando sacarle en cada curva y lesionarle en cada entrenamiento; con la organización regalándole los puntos a Schumacher e intentando que Fernando muriera envenenado con los canapés de cabrales adulterado que le servían cada mañana; con la prensa haciendo campaña contra su innata simpatía; con la envidia que levanta su humilde cuna y ascensión imposible en un deporte de masas, practicado en todas las escuelas de España, donde ya demostró ser el elegido de los dioses, el nuevo Mesías (cuando Pilatos mandó asesinar a todos los niños de 0 a 94 años intentando evitar su incomparable carrera hasta el número uno del universo); con las leyes de la física que se empeñan en favorecer a sus rivales, aplicándole fuerzas centrípetas y de torsión insufribles por cualquier otro ser humano, peraltando las curvas en su contra (y a favor de Schumacher)…) es, sin duda, un año malo.

Y, qué decir de la penosa victoria del FC Barcelona en el torneo del Real Madrid CF. Mancillaciones de este tipo me dejan sin palabras. Afortunadamente hay otros que han sabido expresar mis sentimientos mucho mejor que yo. No os perdáis los artículos: Felicitación al FC Barcelona del 26 de abril y El día después del 18 de mayo.

En un plano casero, tan sólo afirmar que la desaparición de Unión Penosa de la liga de Chamartín ha sido uno de los reveses más duros que mi cinturón y yo hemos tenido que afrontar juntos. Menos mal que el año que viene ya seremos veteranos y se barrunta el regreso de Insumisión FK.

jueves, enero 04, 2007

Año gastronómico

Tras cuatro días de 2007 parece llegar el momento de mirar adelante, de empezar a poner en práctica los propósitos de año nuevo, de alterar las malas costumbres y de empezar a abrazar las buenas. Los primeros festines culinarios del nuevo año ya han sido recibidos con entusiasmo (si tienen ocasión, no dejen de visitar “la cuchara de San Telmo” en el casco viejo de San Sebastián y degusten cualquiera de los manjares que se ofrecen con cerveza sorprendentemente mal tirada –carrilleras, croquetas de ternera, foie con crema de manzana, tempura de bacalao…). Pero voy a hablar de los del pasado año.

El rey absoluto fue, sin lugar a dudas, el chuletón de buey. No quiero desmerecer otros momentos estupendos, como los dos cocidos blancos, la navajada brutal, el marmitako de Ina, la sobreingesta de panceta en el territorio del esquiador rojo, la sopa de marisco de Tazones, el escalope Armando, el J-35 del Hong o la mariscada a domicilio. Pero el ganador absoluto fue el ilustre pedazo de carne. Su momento álgido fue la primera quincena de agosto. El lugar, Viveiro. El paraíso, el restaurante O asador, sito en la mencionada localidad lucense. Sus dimensiones, pantagruélicas. Su origen no es gallego, sorprendentemente: el buey resultó alemán…

Un chuletón de verdad debe superar con generosidad el kilo de peso (expertos consultados sitúan su peso ideal en los mil quinientos gramos) y debe ser servido ya cortado en pequeñas tiras (de unos dos o tres bocados), pero respetando la forma original del mismo. De esta manera podremos deleitarnos ante la delicada anatomía del glorioso animal, justificadamente sacrificado. Un vistazo de cualquiera de las tiras nos permite visualizar las tres partes del buey que nos han hecho tan felices en numerosas ocasiones: separados por dos vetas de la más deliciosa grasa animal, después de la panceta, observamos el filete, el entrecot y el solomillo, a medida que nos acercamos al imponente hueso que debe jalonar todo chuletón que se precie.

A la fuente de carne deben acompañar un pequeño recipiente con sal gorda y una piedra o fuente al fuego, que nos servirá para calentar la carne. Cada tripalari tiene sus usos y sus gustos. En mi opinión, la carne sólo debe calentarse, aunque algunos prefieren estropearla, pasándola más de la cuenta sobre el crepitante sebo que rocía la fuente. Respecto a mis usos, debo reconocer que el chuletón supone todo un reto intelectual. Mi máxima gastronómica, que aplico a todos los manjares que ingiero consiste en dejar lo mejor para el final, para obtener un deleite creciente. El chuletón no permite una simplificación de tal calibre. Si dejas lo mejor para el final, el disfrute puede no ser el mismo, por la sobredosis proteínica acogida en nuestra panza. La comida se convierte en un complicado jeroglífico. Cada pieza debe ser elegida con cautela y reflexión, de manera que respete el inestable equilibrio entre la excelencia de la pieza y el nivel de rellenado estomacal. El inicio del rompecabezas gastronómico suele adornarse con algún grito de ánimo (“¡POR LUGO” es una fórmula de lo más adecuada). La conclusión del manjar debe ir acompañada de lágrimas de felicidad y orgullo por la tarea bien completada.












Dejo diez líneas de silencio en honor a tanto gozo. En el plano casero, más allá de los mencionados cocidos y navajas o la novedosa sopa de pescado –que me permitió volver a creer en el amor-, el descubrimiento gastronómico del año ha sido la fascinante rúcola (o rúcula), maravillosas hojas verdes de un sabor inesperado e inquietante. La incredulidad, el estupor y la capacidad de asombro tienen un poderoso aliado en este estupendo manjar. Aderece sus ensaladas y, sobre todo, degústela junto a un fino carpaccio de ternera cubierto por copos de queso grana padano y regado por una fina lluvia de aceite de oliva virgen…

Os dejo, las lágrimas me impiden continuar.

martes, enero 02, 2007

Feliz Año

Tras una semana de ágapes "de compromiso", constato que el 2006 ha tenido dos efectos fundamentales en mi propia persona: estoy más gordo, estoy más calvo.

¿En qué me baso? Muy sencillo. En los bientencionados comentarios de mis compañeros de ágapes anuales. "No es verdad que estés más gordo. Sin embargo, has perdido un huevo de pelo" o "Tu melena sigue casi igual, pero has engordado un poco" han sido puntos de vista enfrentados, que han consumido varios minutos de los encuentros inhabituales, habituales de estas fechas.

Me quedo con los más sinceros, a la par que profesionales: "estás mucho más calvo", dijo mi peluquero. "Estás mucho más gordo", dijo mi entrenador personal de calistenia.

En palabras de Zapatero, al año que viene mucho mejor.

ecoestadistica.com