El pequeño puentecillo de Mayo no me ha permitido escapar de el puto inquilino, pero, al menos, sí lo he podido compartir, lo que a veces es necesario. Además, en compañía de otros seres humanos, el puto inquilino tiende a esconder su ladina naturaleza, intentando mostrarse como un tipo sensible, atento, amable, generoso y sencillo. Hay que reconocer que no es mal actor, por lo que casi todo el mundo le toma como lo que no es. Lo que, antaño, me enfermaba. Pero debe ser que he madurado o algo, porque en este último viaje a los Caños, con el puto inquilino, he conseguido pasar de su hipocresía, su cinismo, su fachada, sus falsas sonrisas y he disfrutado de todo el asunto.
También necesitaba un viaje de colegas, donde descargar tensiones y limitarme a disfrutar del papeo, las birritas y el mar. Es estupendo poder pirarte con una panda de cenutrios que tienen los conceptos casi tan claros como tú: despertarse tarde, tomarse otra copa, pedir otra lubina (lástima la falta de navajas), unas cañas, otra copa, dónde cenamos hoy, algún día llegaremos a la hora del desayuno, otra copa, a la playa?, otra copa y tú y tú...
En fin, grandes momentos de la humanidad. Y si encima vienen aderezados por alguna fémina de buen ver, pues como que mucho mejor. Sobre todo si se produce un lanzamiento tejil a gran escala.
Todo empezó a fraguarse en Barbate, a la espera de un arroz con bogavante. El Homínido apareció con el As, el Marca y la revista de Historia del National Geographic. Uno no puede evitar ser un tipo intuitivo, un maestro de la sospecha, un genio de la deducción, un detective de las emociones y un observador normal de lo palmario y evidente: "¿Qué pasa, que laFéminaencuestión es historiadora?". La negación del Homínido no pudo ser más afirmativa. Tras el descojone global, empezamos a memorizar los mejores momentos de la revista: Herodes, el gran rey de los judíos, La caída de los reinos de Taifas, Lisístrata la cortarrollos, el Foro Romano...
Lo malo de ir de colegas es que el resto del planeta desconoce el idioma y puede llegar a perderse ante la reiteración de la chanza grupal y de las bromas secretas. Así, a eso de las tres de la mañana, adecuadamente cenados y copeados, estábamos a punto de perder definitivamente nuestras opciones con laFéminaencuestión. Nuestras veladas, aunque repetidas, alusiones a Herodes y los reinos de Taifas, unidas al resto de gilipollismos del viaje estaban construyendo un muro infranqueable para cualquier persona levemente ajena a nuestro entorno, como era el caso de laFéminaencuestión. Afortunadamente, a veces uno tiene sus momentos de inspiración.
La cara de desconcierto de laFéminaencuestión manifestaba bien a las claras que no se estaba enterando de nada de lo que decíamos, a pesar de su indudable buena disposición para hacerlo. Así que la dije:
-Mira, laFéminaencuestión, nos estamos descojonando porque, en cierta ocasión, el Homínido intentó ligar con una chica, a la sazón historiadora, mediante el sistema de comprarse una revista de historia y luego hacerse el guay. De ahí los reinos de Taifas, Herodes y compañía.
El careto de incredulidad del Homínido dejó en leve mueca el desconcierto anterior en el rostro de laFéminaencuestión. El ataque de risa posterior estuvo a punto de matarnos. LaFéminaencuestión siguió sin enterarse de nada y yo fui injustamente acusado de hijodeputacabronazo...